Esperanza Inquebrantable ha sido un trabajo de amor y lágrimas. Lo escribimos junto a muchos de nuestros queridos amigos que hemos conocido a lo largo de este viaje de dolor. Saber que lo enseñaríamos con frecuencia, nos desafió a crear algo que nosotros mismos quisiéramos volver a ver una y otra vez. Nuestros corazones también deseaban que fuera algo que no estuviera en nuestro propio poder y fuerza; algo que pudiéramos mirar atrás y saber que tenía las huellas de Dios por todas partes. 

La gente a menudo comparte con nosotros el impacto que Esperanza Inquebrantable ha tenido en ellos personalmente y en sus familias. Sólo Dios puede tomar algo tan trágico como la pérdida de un hijo, y utilizarlo para animar a otros que experimentan la pérdida.

Aunque nunca planeamos “hacer grupos de duelo”, Dios nos ha mostrado en los últimos años que a menudo Él sana en el contexto de la comunidad, porque ¡JUNTOS TRAEMOS ESPERANZA!